José, hijo de David, no tengas reparo

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José, hijo de David, no tengas reparo

"José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados"

Hay procesos vitales muy sencillos, sencillos, normales, difíciles, muy difíciles y como el de San José. Imaginemos por un momento cómo estarían la cabeza y el corazón de este hombre cuando se entera de que María está embarazada. Sin precipitarse. No dejándose llevar por el “calentón” de la noticia (no denuncia a María, ni siquiera se separa de ella.). Abriendo su corazón al Señor y dejándose iluminar por Él. Sin entender nada, pero fiándose. Deshaciendo proyectos y caminando, sin prisas, sobre el mar de la duda, con la seguridad de la fe. Mirar a San José hoy, en las circunstancias tan especiales que estamos viviendo de estado de alarma por el Coronavirus, nos puede ayudar a pensar y orar, con paz y confianza, en nuestras alegrías, penas, salud, enfermedad… y en tantas cavilaciones que hacemos estos días en nuestras casas… cavilaciones que desean ser iluminadas por nuestro Dios.

En esta fiesta de San José busquemos siempre conocer y cumplir la voluntad de Dios.

Te damos gracias, Padre nuestro, por San José. Él fue custodio y protector de María y de Jesús. Él es custodio y protector de la comunidad cristiana. Fue custodio con humildad, en silencio, con una presencia constante y una fidelidad total, tanto en los momentos serenos de la vida como en los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó su oficio a Jesús. Fue custodio y protector, aun cuando no comprendía muchas cosas, con la atención constante a Ti, abierto a tus signos, disponible a tu proyecto, y no tanto al propio. José es «custodio» porque sabe escucharte, se deja guiar por tu voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas.

Danos, Padre Nuestro, la fuerza y la luz de tu Espíritu, para seguir el ejemplo de San José; para responder a tus llamadas, con disponibilidad, con prontitud; para proteger y guardar a Cristo en nuestra vida, como el mejor tesoro; para proteger y guardar a la gente, a cada persona, estando en nuestros hogares, con amor, a los más cercanos y a los más frágiles, a los que se quedan en la periferia de nuestro corazón; para cuidar y salvaguardar la belleza de la creación.

Padre Nuestro, para custodiar y proteger también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Ayúdanos a vigilar nuestros sentimientos, a estar atentos a nuestro corazón, porque del corazón salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. Danos acierto para limpiar de nuestra vida el odio, la envidia, la soberbia, que ensucian la vida; para cultivar la bondad y la ternura; la esperanza y la entrega. Amén.

 

Manuel Fernández Rico

Equipos de Nuestra Señora

Badajoz (Extremadura)