Carta 296
... Jesús fue empujado al desierto por el Espíritu para que afinara mejor la escucha de la voluntad del Padre y se templara en su búsqueda en medio de mil tentaciones. Se trata, pues, de discernir: ¿adónde me mueves, Señor? ¿Dónde quiere llevarme tu Santo Espíritu?
A esto invito en esta cuaresma, sí, pero también más allá, a todos los equipistas y consiliarios: a otear los desiertos en los que intensificar el encuentro con Dios, asumiendo la realidad de la fragilidad y de la tentación, siempre confiados en que su voluntad amorosa nos da la Vida...