NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN DEL PILAR
La popularidad y veneración que entre los devotos y no creyentes despierta el Pilar de Zaragoza, va más allá de nuestras fronteras, principalmente en los países iberoamericanos, cuyas banderas ondean en el interior de la Basílica, un templo joya del barroco aragonés y que ostenta la dignidad catedralicia desde 1.676.
La Virgen del Pilar vive con los aragoneses, nos habla, conversamos con Ella, vamos a visitarla, como se visita a una madre. Al salir de casa se suele decir, “Voy a ver a la Virgen” para rezar, poner una vela para que nos ilumine y pedirle algún favor que necesitemos. Todos los días cambia de Manto y todos los días 2, 12 y 20 del año, está sin manto. Hay un coro de niños que se conocen como “Los Infanticos del Pilar”, que acompañan todas las mañanas a la “Misa de Infantes”.
Todo empezó en el año 40 y que queda reflejado con mucha claridad en la tradición de nuestra Virgen del Pilar. Estaba el apóstol Santiago a orillas del Ebro, predicando el Evangelio. Ya entonces se ve que eran aquellos habitantes un tanto tozudicos, duros de mollera, reacios a la conversión. El Apóstol tuvo el inmenso privilegio de recibir la visita de la Señora, en la noche del uno al dos de enero, sobre un pilar, símbolo de firmeza y fortaleza, para darle ánimo y consolarle con los primeros convertidos al Evangelio.
Reina de la Hispanidad, Patrona de la Guardia Civil y como dice una jota “La que más altares tiene”. Todos los aragoneses la queremos y adoramos y como dice la jaculatoria:
Este pueblo que te adora,
de tu amor favor implora
te aclama y te bendice
abrazado a tu Pilar.
Octubre de 2.021.
Pilar Peralta y Juan José Cubero.
Responsables del sector de Aragón de los ENS