Navidad 2021

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Navidad 2021

Llegando el día de la Inmaculada Concepción, muchas familias bajamos de altillos los adornos de Navidad para engalanar nuestras casas. Nosotros, además de el árbol, las luces, las estrellas y todas esas costumbres que hemos ido importando de otros lugares, guardamos con especial cariño un Nacimiento, estilo murciano, que nos regalaron unos amigos por nuestra boda, aunque era pleno mes de agosto.


La primera Navidad de casados, con ilusión de estreno, pusimos el Misterio en medio de redes de pesca, conchas recogidas en la orilla del mar y otros adornos marineros. Con el tiempo, y con ilusión renovada, conforme crecía la familia, lo hacía el Belén en espacio, con personajes de escayola pintados a mano por nosotros (Reyes, pastores, labriegos…), casitas de barro, también manufacturadas, ríos y montañas.


Esos Belenes han sido testigos y argumentos de muchas catequesis navideñas a nuestras hijas. Subidas en una silla para poder estar más cerca del Niño o en nuestros brazos, escuchaban, contemplaban y cantaban cómo Dios escogió un humilde Pesebre para nacer.

El Padre Caffarel lo explica muy bien y nos alerta cuando dice “este cuadro es conmovedor, por supuesto. Pero, ¡atención! Que la Nochebuena no sea contraria al misterio que pensáis celebrar. El Hijo de Dios vivo en el Amor, y la Gloria, y la Alegría infinita de la familia divina. El Hijo de Dios no pudo resistirse a la inmensa llamada del desamparo humano, y se hizo hombre, y se hizo compañero de miseria de todos los hombres. Tenéis mucha razón al reuniros alrededor del nacimiento, la noche de esta fiesta. Pero que vuestras persianas no amortigüen el grito de la miseria, que el calor dulce del hogar no os haga olvidar las noches frías y las casas sin calefacción, y los niños abandonados, y la gran ola con el gemido de los sufrimientos de los hombres”. (NOCHEBUENA P. Henri Caffarel. L’Anneau D’Or, Numéro 66 – diciembre 1955 – pag. 529. https://ensandaluciaoriental.org/caffarel/nochebuena-caffarel )


La edad y la bendición de Dios nos ha regalado la posibilidad de vivir la Navidad con una ilusión serena. Nuestros corazones se agrandan con la llegada de los nietos y la casa se adapta a ellos. Somos conscientes de nuestro papel secundario, pero también de la importancia que Dios da a los que están en “segunda fila”. Así lo deja patente el Papa Francisco en la Carta Apostólica “Patri Corde” en este año que celebramos el 150º aniversario de la declaración de San José como Patrono de la Iglesia Universal cuando dice: “San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación”.


Este año hemos decidido reducir el tamaño del Belén. Lo vamos a poner con igual cariño o más que en otras ocasiones, pero limitando el número de “invitados”. Lógicamente, el Misterio que nos regalaron el día de nuestra boda seguirá siendo el centro, y el Niño Jesús el Corazón del Nacimiento. Pero, en esta ocasión, vamos a poner un matrimonio frente a la Sagrada Familia. Hace unos días nos decía el Papa que “en estas semanas de Adviento, preparemos la venida de Jesús contemplando las figuras de María y José, que gastaron su vida por el bien de los demás”.


Hasta ahora, los pastores y pastoras iban por su cuenta a ver al Niño, pero, después de tantos años en los Equipos de Nuestra Señora, hemos caído en la cuenta de que, seguramente, algunos estaban casados y compartían todas las cosas de la vida, ¿por qué no al Niño Dios?. Hoy queremos ser uno de esos matrimonios que han tenido la fortuna de haber recibido el mensaje de los ángeles: «No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal, encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lucas 2:10-12).


Estamos aquí, junto a la Sagrada Familia, para contemplarlos mientras adoramos al Niño, les contamos nuestras cosas, pedimos que nos enseñen a vivir con fe todas las circunstancias de la vida porque queremos esa alegría serena y profunda que mantiene encendida la esperanza y la ilusión por ser conscientes de que Dios está con nosotros.


Otro día volveremos con nuestras hijas, nietos y seres queridos.Buscaremos, entre tantas luces, la cálida lumbre del Pesebre.


También podemos quedar con el Equipo para tener una “reunión de amistad” en la mejor “casa de acogida”, en Belén, con Nuestra Señora de los Hogares, la que nos enseña a proclamar la Grandeza del Señor y alegrar nuestro espíritu en Dios Nuestro Salvador.


Feliz Navidad.

Claudio Gallardo y Maria Marfil

Málaga 66