Asunción de la Virgen: Miremos al Cielo, Vivamos la Tierra

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Asunción de la Virgen: Miremos al Cielo, Vivamos la Tierra

San Juan, al comienzo de su Evangelio, nos dice que la Palabra ya existía.  La misma que la Virgen acogió desde un primer momento en la Anunciación: "hágase en mí según tu palabra".

¿Cómo es el corazón de la Virgen para que Dios la eligiera como Madre de su Hijo? Concebida sin pecado original, nos muestra a lo largo de su vida terrenal las virtudes de un corazón puro y limpio a los ojos de Dios, lleno de su Amor. 

De todas sus virtudes destacaremos tres:

  • CONFIANZA Y ENTREGA TOTAL A DIOS: imaginar una niña de trece o catorce años ya desposada que dice SÍ, sin ninguna condición. Desde entonces su vida estuvo totalmente dedicada a cumplir el plan que Dios le encomendó: ser la madre de su Hijo. Y todo ello a pesar de los sufrimientos que tendría ("...y una espada te atravesará el corazón...") Es tal la confianza en Dios que por mediación de Ella y ejerciendo de Madre, Jesús hace su primer milagro en las bodas de Caná: "...haced lo que Él os diga..."
  • HUMILDAD: siendo la Madre de Dios, su vida siempre estuvo en un segundo plano. Es una humildad luminosa, callada, serena. El Magníficat, oración que nace del corazón de la Virgen, es un canto de alabanza a Dios donde destaca que "...Él ha mirado la humillación de su esclava..."
  • AMOR INCONDICIONAL A DIOS: es la clave de todo. Una madre que ha acogido en su Seno al hijo del Amor (primer Sagrario de la historia) no puede más que irradiar Amor. Dios es lo principal y toda su vida es cumplir la misión que Él ha encomendado: ser la madre de su Hijo hasta las últimas consecuencias.  Y Ella lo acepta y comprende porque el final merece la pena: la Resurrección y la salvación de todos los hombres.

El regalo de Dios a Ella y a nosotros es que la Virgen es la Madre de la Iglesia, Madre de todos.

Dios sabía a quién elegía. 

Y al final de sus días en la tierra, habiendo cumplido fielmente su Misión, la distinguió con su Asunción celestial en cuerpo y alma, para que todos miremos al Cielo contemplándola y que nos ilumine para vivir sus virtudes aquí en la tierra, en nuestras vidas.

Que nuestra Señora de los Hogares nos ayude a vivir con Confianza, Humildad y Amor los planes que Dios vaya proponiendo a los ENS y a cada uno de los matrimonios que los formamos.

Un abrazo fraternal,  

Zenaida y Nicolás (Sevilla 120)

Punta Umbría, Agosto 2019