Lo vivido en un clima de guerra: Testimonio de un sacerdote
Hoy queremos compartir con vosotros el testimonio de Padre Amer Kassar, consiliario de lo Equipos en Siria, que nos cuenta cual es la situación actual de la comunidad cristiana del Siria y nos anima a permanecer en oración por nuestros hermanos de la Iglesia de Oriente.
Lo vivido en un clima de guerra: Testimonio de un consiliario - P. Amer Kassar
"Desde hace varios años (6 años ya) se habla mucho de la guerra en Siria en los periódicos y sobre todo, recientemente con la llegada de numerosos migrantes a Europa y otros lugares. Hoy quisiera daros una idea de la situación actual en Siria.
Ante todo, quisiera precisar que la comunidad cristiana de Siria es una de las comunidades más antiguas del Oriente Próximo y Mediano. Los cristianos eran más o menos 2 millones en 2010, es decir 8% de la población total. Estaban repartidos en todo el territorio en muchas ciudades y la mayoría se encontraba en las partes sur y oriental.
En esta comunidad hay diferentes confesiones. La Iglesia Greco Ortodoxa, la Iglesia Armeniana ortodoxa y católica, la Iglesia maronita y las protestantes. Esta diversidad ha reforzado los lazos entre las diferentes comunidades.
Sin embargo, esta situación ha cambiado mucho desde el año 2011 cuando la guerra se desató en el país. Un número importante de cristianos perdieron la vida o se vieron obligados a dejar sus ciudades.
La situación actual es triste e inquietante; actualmente se pueden contar millares de muertos y más de la mitad de los cristianos Siria han tenido que huir del país y decenas de iglesias han sido destruidas.
Hoy día podríamos decir que hay alrededor de 800.000 cristianos que todavía viven en Siria (estadísticas no oficiales). Las persecuciones no se limitan solamente a actos de violencia física, sino que se traducen también en discriminaciones ligadas a su religión. Sí, en 2017 todavía hay personas que mueren por el solo hecho de ser cristianos. ¡En la Siria actual, desgraciadamente, ser cristiano cuesta caro!
Cuando un amigo suizo me preguntó « ¿Cómo puede uno vivir en un país que está en guerra? » la primera cosa que se me vino a la mente fue una foto que había visto en Facebook en el verano pasado. En esa foto se puede ver una iglesia en Homs (una ciudad en el centro de Siria) y se ven a las personas reunidas para celebrar una misa en esa iglesia que había sido bombardeada.
Todo el mundo siente que se ha vuelto más fuerte que nunca en las oraciones comunes y cada uno se ayuda mutuamente para poder pasar este período tan difícil Mientras más estemos unidos en Cristo y por El al Padre en el Espíritu, más cerca estaremos unos de otros, de sus preocupaciones, de sus alegrías y de sus penas.
Repito el testimonio de un Hermano de Alepo: « La gente viene a nosotros para compartir sus preocupaciones, pedir un consejo, descansar sus cuerpos y su espíritu, a saber que todavía es posible contar con alguien. (…) Nosotros hemos tenido que reducir el pan en las contribuciones alimentarias porque éste no es accesible a las familias después de una larga espera, en colas interminables, ante las panaderías bajo el riesgo de no ser heridos por los tiros o las bombas ».
«Permanecer en Siria para dar un signo de esperanza»
Cuando hablamos de la situación de los cristianos en Siria, debemos decir en general que la situación es la misma para todos los ciudadanos sirios, bien sean musulmanes o cristianos. Sufrimos del terrorismo y de la situación económica, que se ha vuelto muy difícil (el gobierno debe encargarse de más de 8 millones de Sirios que han huido de las zonas de guerra y del Occidente agravando su salida y ahora sus sanciones.
En Damasco, que se encuentra bajo el control del gobierno, los cristianos están relativamente protegidos, contrario a los de Palmira, Alqarayaten, Maalula… o de otras ciudades y poblaciones sirias donde son buscados por los terroristas. Por ejemplo, en nuestra localidad de Qatana, una ciudad situada a 30 Km de Damasco, la situación ha sido muy dura durante los tres primeros años del conflicto.
En Qatana, los cristianos están repartidos en dos comunidades:
La una, católica, de 150 familias y la otra, ortodoxa en paz con sus hermanos musulmanes sunitas decidieron quedarse a pesar de la guerra. Pero la situación psicológica se ha degradado. Los cristianos cada vez se sienten más indeseables y deben ser muy prudentes en sus relaciones con los musulmanes y tienen miedo. Un sacerdote ortodoxo fue asesinado en Qatana en 2013. Nosotros hemos logrado mantener la calma y retener a nuestros jóvenes, pero esto es cada día más difícil.
Otra preocupación que vivimos desde el comienzo de los eventos es la »emigración ». Aunque la situación se ha calmado un poco en el terreno, se nota el deseo de muchas familias jóvenes de emigrar.
Muchos se han ido al Canadá donde les han facilitado la inmigración.
Actualmente, con el cierre de las fronteras hacia Europa, y la exigencia reciente de una visa para ir a Turquía, el movimiento de exilio ha cesado. Hace dos meses, el Canadá también El acuerdo firmado recientemente entre la Unión Europea y Turquía, ha sido un golpe muy fuerte para nosotros. Tal « contrato de intercambio de inmigrantes » nos parece inadmisible. Y todo el mundo dice que Turquía deja entrar a los terroristas a Siria. Por lo tanto, la población europea no se ha agitado. ¡Esto es desesperante e incomprensible!
– Como cristianos, nos sentimos abandonados por la comunidad internacional:
Nos han olvidado y abandonado, dicen la mayoría de los cristianos sirios, al igual que los cristianos de Irak antes de nosotros. Los europeos hablan de los derechos del hombre. Pero cuando las ciudades cristianas han sido destruidas por el grupo Estado Islámico, han cerrado los ojos. Como sacerdote, Con frecuencia oigo a los fieles que me preguntan qué hacen los cristianos de Occidente para ayudarnos. Nos envían dinero, pero eso no es suficiente. Es realmente la opinión de los gobiernos la que debería cambiar. Hoy vemos con los atentados París, Bruselas y Londres, que los terroristas, venidos de países diferentes no atentan contra el régimen sirio en particular. Su objetivo es sembrar el terror en todas partes a donde van. Los occidentales deben comprender que la amenaza les concierne tanto a ellos como a nosotros.
Queridos hermanos y hermanas. Siria se destroza y el mal está por todas partes alrededor de nosotros, podemos tocarlo, sentirlo y oprimir nuestros corazones. Pero experimentamos también la verdad de la presencia de Jesucristo, vivo (entre nosotros). Para mí es muy estimulante leer Isaías 60 que declara que la luz se levanta sobre la iglesia y su Gloria sobre la iglesia (« Levántate, iluminaos, porque tu luz llega y la gloria de lo Eterno se levanta sobre ti
A pesar de ser una nación destrozada por la guerra, una gran mayoría de iglesias destruidas, los cristianos deciden permanecer al frente y esperar las otras gracias de Evangelio.
En esta realidad, es difícil vivir el perdón frente a tanto dolor y tragedia. Muchos cristianos se vuelven hacia Jesús para encontrar la fuerza de hacerlo. Es difícil perdonar, sobre todo cuando nuestros amigos y nuestra familia son asesinados por razones diferentes aparentemente insensatas, pero como Jesús nos enseñó a perdonar a nuestros enemigos, así lo hacemos. Encontramos la fuerza en el hecho de saber que otros cristianos en el mundo oran por nosotros y piensan en nosotros.
Nosotros continuamos nuestra vida de oración y de ofrendas por la Paz! Lo que estamos viviendo es un llamado a la conversión. ¿No es pues el Príncipe de este mundo el que derrama mentira y violencia? Es en el corazón de todas estas angustias que nosotros debemos vivir nuestra vida de contemplativos ¿Una gracia? Sí, porque « todo es gracia » y nosotros experimentamos todos los días la presencia discreta pero real del Señor en los « barrancos de la muerte ». La oración personal cotidiana nos sostiene. La oración de los Salmos con sus numerosos gritos de angustia, de sufrimiento, de incomprensión, es para nosotros un alivio nuevo. La Misa que tenemos la suerte de celebrar todavía todos los días, nos sumerge en la Sangre redentora de Cristo, victorioso de todo mal.
Nosotros, sacerdotes, parroquias y comunidades, tratamos de ayudar a las familias que realmente lo necesitan: no tienen trabajo, padecen enfermedades, operaciones quirúrgicas imprevistas, el estudio de los hijos, etc. A algunos les aseguramos un techo para vivir. También ayudamos a algunos estudiantes. El panorama de las ciudades en Siria no es el mismo. ¡Es de llorar! Sin embargo, es bueno recurrir a los pequeños signos de esperanza, bien frágiles por cierto. Pequeños gestos aquí o allá. Hablamos de « reconciliación » entre las partes. Pequeños gestos aquí o allá. Oramos para que una voluntad de paz se manifieste realmente entre los responsable a nivel mundial. Y que el problema de la guerra no sea tratado a la ligera, por algunos intereses que son el interés de unos pocos.
Personalmente, yo he decidido quedarme en Damasco. Aún después de haber sido gravemente herido durante un bombardeo el 21 de agosto de 2013 y haber sufrido siete operaciones para poder volver a caminar. Sigo guardando unan esperanza.
Es la esperanza del pueblo sirio cuya historia tiene 7.000 años. ¡La esperanza de revivir!
¡Imploramos la Misericordia infinita de nuestro Dios y Señor, Jesús, el Príncipe de la Paz con María, Madre de Dios y Reina de la Paz!
¡Os aseguro nuestra comunión con vosotros en la oración!"