El sufrimiento de la familia cristiana en tiempos de guerra

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El sufrimiento de la familia cristiana en tiempos de guerra

Con motivo del día de la Asunción de la Virgen se ha propuesto que sea una jornada de oración internacional por los Equipos de Siria, que se encuentran inmersos en una Guerra que parece no tiene fin.

Os pedimos que en vuestra oración de hoy tengáis muy presentes a todos los equipistas de Siria.

Queremos compartir con todos vosotros el testimonio de Mimi y Razek Abd, responsables de los Equipos en Siria:

 “En Siria, la familia cristiana es conocida desde siempre como pionera en todos los dominios de la vida cotidiana: social, cultural, profesional, así como por su capacidad de poder vivir con personas de culturas y religiones diferentes. Es un ejemplo de la levadura en la pasta que permite que ésta se levante.

Pero, durante la guerra en Siria, esta familia ha recorrido un itinerario peligroso en todos los niveles, social, profesional y espiritual. Las ciudades sirias viven un verdadero sufrimiento, con el pueblo muriendo en una guerra que podemos llamar la de los poderosos.

Nosotros hemos vivido un estado de guerra real durante siete años. Misiles, cohetes, granadas, morteros, lluvias de fuego, cortes de agua, bloqueos económicos, pero también escasez de alimentos, medicamentos y carburante.

La gente se esconde en los sótanos y nadie se atreve a salir a ver lo que pasa afuera. Mucha más gente muere por la falta de atención médica que en los campos de batalla. Así fue denunciado por el Cardenal Mario Zenari, el nuncio de Siria, para alertar sobre la situación de los sirios que sufren desde hace más de seis años las consecuencias de una guerra destructora.

Él también insistió en el hecho de que más de 11 millones y medio de personas, 40% de las cuales son niños, necesitan medicamentos que no están disponibles.

Nuestro sufrimiento se ha vuelto intenso incluso en nuestra vida diaria porque hemos perdido acceso a todos los servicios que permiten tener una vida humana decente.

Los problemas económicos han provocado una importante disminución del valor de los bienes producidos en nuestro país y una falta de trabajo que hace que las familias no tengan manera de vivir correctamente. Todo esto es causado por las sanciones  económicas impuestas nuestro país.

Todo esto ha provocado un aumento de la inseguridad, y conducido a un aumento de robos y secuestros. Esto también lleva a una emigración económica. Una parte  importante de nuestras familias ha preferido huir del infierno de la guerra.

Esas familias todavía están tratando de encontrar una forma de subsistencia en otros países. Por otro lado, hay familias que no pueden salir porque no tienen ni la oportunidad ni el dinero para hacerlo.

A causa de la crisis en Siria, estamos enfrentando un desmoronamiento de las familias. Muchas familias completas han emigrado, y hay otras en las cuales algunos de sus miembros han partido solos. Esto es particularmente cierto en lo que concierne a los hombres jóvenes entre 20 y 42 años.

Y aquellos que han permanecido en el país también tienen el proyecto de emigrar. A esto se debe agregar que estamos enfrentando una evacuación sistemática de los Cristianos de Oriente.

Todos esos factores han llevado al crecimiento del número de divorcios o solicitudes de nulidad de los matrimonios.

Estos son algunos de los desafíos que encuentran las familias:

- Vivir bajo el umbral de la pobreza cuando los precios aumentan impone la necesidad de pedir ayuda de caridad a las asociaciones y a las parroquias. Esto ha sido muy difícil de aceptar.

- Vivir sin agua durante más de un mes. Esto también es muy duro pero ha sido  sumido; además, el agua se suministra con muchas dificultades.

- Vivir inviernos extremadamente fríos sin calefacción, bien sea por la falta de carburantes o debido a sus precios elevados. Esto es algo que no se puede paliar. Especialmente cuando los cortes de energía duran hasta 10 horas para tener luego un período de 15 minutos de energía inestable.

- Tener un miembro de la familia secuestrado por un rescate, o ser alcanzado por un cohete, o perder a un miembro de la familia (el testimonio de Noor Oslou, cuyos padres pertenecen a los Equipos de Nuestra Señora).

- Tener una gran mayoría de familias sin jóvenes.

- Ver los lugares de culto, monasterios, iglesias, escuelas, universidades, hospitales, centrales eléctricas, centro de aprovisionamiento totalmente destruidos. Su reconstrucción no se podrá hacer rápidamente.

Nosotros queremos decirle a todo el mundo… paren de matar ---- de matarnos… de matar a personas inocentes… Dios está viendo lo que pasa y les juzgará.

¿Con qué idioma debemos hablar? ¿Con cuál religión debemos dirigirnos a ustedes? Hemos perdido nuestras casas, nuestro trabajo y nuestros hijos. Nuestras familias han sido desplazadas. Pero nosotros no perderemos ni nuestra humanidad ni nuestra fe en Dios. Nunca olvidaremos el sacrificio de cada madre, las lágrimas de cada niño. La esperanza es el tesoro al cual nunca renunciaremos, sin importar cuál sea la intensificación de los sufrimientos que nos afligen.

Esta es la dolorosa realidad siria en los inicios de una nueva historia llena de lágrimas y con una mirada de desplazamiento y vagabundeo en las caras de los niños sirios, en sus tiendas de campaña sea en tierra siria o fuera de ella.

Esta es Siria, la cuna de la civilización, que está siendo destrozada y violada por las manos de sus hijos, sirios y no sirios.

En medio de esta crisis dolorosa, hay familias que oran profundamente, con piedad y devoción. Pero por otro lado, un gran número de personas pierden su fe en Dios y en la iglesia, porque las experiencias que han tenido han sobrepasado lo que ellos podían aguantar.

Él nos dijo « la paz os dejo, las paz os doy; no os la doy a la manera del mundo. Que vuestro corazón no se descomponga ni se asuste ».

Queridos nuestros:

Dios nos da la paz, pero no es fácil conservarla. La paz es un trabajo cotidiano porque conservamos dentro su semilla.

Lo contrario de la paz no es la guerra: es el miedo que produce rencor y cólera. Podemos vivir en un estado sin guerra, pero esto no significa necesariamente un estado de paz.

Que Dios nos conceda la gracia de decir: « la guerra ha terminado », y de asegurarnos de que ha terminado en nuestro país, en nuestros corazones, en nuestras familias y en el mundo entero”.